Esta associació esta muy preocupada por la compra de acciones de Ribera Salud a DKV, lo cual impidería la reconversión de Marina Salud a la Sanidad Pública, que ha sido una promesa del Botanic II. Estamos a la espera de las informaciones de la Conselleria al respeto.

 

Esta associació, tanto como la federación de la asociaciones de Veins de Denia, van a seguir de cerca esta operación.

Este árticulo describe bien la complicada situación …

 

Árticulo de La Marina Plaza

 

Último abordaje al Hospital de Dénia: una multinacional compra lo que Puig prometió que sería de todos

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ANÁLISIS

  • El símbolo de un fracaso: con el fin de monopolizar toda la sanidad de la Marina Alta, Ribera Salud quiere quedarse las mismas acciones de DKV que deberían haber servido para la reversión. Y sin pedirle permiso a nadie, como si fuera un asunto privado
  • La conselleria ha dicho que se opondrá a la operación porque la ley lo impide. Pero Barceló va a la defensiva: con lo que han hecho ambas mercantiles le bastaría para expedientar a Marina Salud e incluso rescindir el contrato. Pero no lo ha hecho
  • El problema del PSPV es que no se puede prometer dos veces lo que no se puede cumplir. El del PP, que no entiende que un servicio público no se puede rifar a unas cuantas empresas amigas

1.El sueño que nunca fue

DKV, una aseguradora alemana de renombre internacional, llevaba muchos años sin estar a gusto en Dénia, casi en estado de depresión permanente. Nunca entendió el por qué de la conflictividad que siempre cercó al Hospital y a los centros de salud de la Marina Alta, ni las constantes críticas de pacientes, trabajadores o ayuntamientos a su gestión, ni las continúas bregas con la Generalitat (al fin y al cabo la administración que la había contratado) desde que en 2015 ascendió al poder el Botànic. Así que DKV, pese a ser el buque insignia de Marina Salud al controlar el 65% de las acciones de esta concesionaria, hace mucho tiempo que dijo que quería irse. Prácticamente desde 2016, un año después de que Ximo Puig se convirtiera en líder de todos los valencianos.

Fue entonces cuando Puig y sus conselleras de Sanidad vieron allí, en esa constante depresión de DKV, la oportunidad para cumplir la promesa electoral de su partido, el PSPV, y de sus socios de gobierno, Compromís y Podemos, la reversión del Hospital de Dénia que figuraba en los acuerdos del Botànic: comprarle las acciones a DKV ya que DKV se quería marchar para que la sanidad de esta comarca pasara al fin a ser pública. El president lo anunció muy pronto, hace cinco años, en una histórica visita a la comarca en Pedreguer. La reversión, entonces, pareció posible. Aún más: comenzaba su cuenta atrá

Y  lo cierto es que la Generalitat y DKV se sentaron a hablar. Fueron conversiones difíciles. A veces el acuerdo parecía inminente y en otras ocasiones ambas partes se levantaron de la mesa indignadas para pasarse luego meses sin llamarse.  Al final, los enfados comenzaron a ganarle la partida a la esperanza, transcurrieron ya no los meses sino los años y el Consell jamás se hizo con las acciones de la aseguradora germana.

Para las siguientes elecciones, las de 2019, parecía que ya no había ninguna posibilidad de que la sanidad de la Marina Alta fuera alguna vez pública. Pero entonces los socialistas cometieron el error más grueso de todos los que han cometido en esta historia: volvieron a prometer en aquella campaña electoral que al contrario, que la reversión sería un hecho justo después de votar en las urnas. Que acabarían convenciendo a DKV.

No fue así. Muy poco tiempo después, ya en la legislatura del Botànic II,  se supo que los puentes con el en otro tiempo amigo alemán estaban definitivamente rotos. Por fin, la pandemia y las millonarias cantidades de dinero público invertidas para hacer frente a sus efectos fueron la excusa perfecta para admitir con un simulacro de dignidad que ya no había dinero para comprar las acciones de DKV y que por lo tanto no habría reversión al menos antes de que acabe el contrato de la concesión de Marina Salud en Dénia, allá por enero de 2024. «Ahora, con el coronavirus, no es el momento» dijo Puig.

El gran problema del PSPV ha sido haber prometido algo que no podía cumplir, haberlo hecho dos veces y haber recibido votos por eso. También Compromís y Podemos han tenido sus propios problemas: pese a pronunciarse aún a favor de la reversión inmediata y estar muy molestos con los socialistas por cómo han conducido este asunto, pertenecen a un Govern que ha incumplido acuerdos rubricados por escrito.

2. El gigante americano y el botín alemán

Ahora bien, para poder vislumbrar el cuadro al completo aún falta un actor que después de estas 580 palabras aún no ha aparecido en esta crónica pese a ser su auténtico protagonista: Ribera Salud, hasta la fecha socio minoritario de Marina Salud con el 35% de las acciones.

Ribera Salud es diferente a DKV: perteneciente a una multinacional norteamericana que es un auténtico gigante en el negocio de la sanidad privada, Centene Corporation, aspira a seguir en todas las concesiones sanitarias que pueda. Cuantas más, mejor. Aquí y en cualquier parte del globo terráqueo.

Es verdad que a Ribera Salud ya la han echado de Alzira y están a punto de echarla de Torrevieja porque lo que sí ha cumplido el Botànic es su promesa de no renovar las concesiones sanitarias cuyo contrato expiraba. Pero a cambio se ha expandido por otros lares: solo en España se ha quedado con hospitales de Murcia, Galicia o Cataluña.

En la Comunitat Valenciana, Ribera Salud quiere aguantar allá donde aún pueda. Por eso ambicionó siempre quedarse con el 100% de las acciones de la sanidad de la Marina Alta. Eso no es nuevo. Lo ha codiciado desde 2016 cuando a DKV le entró la depresión. Ya entonces Ribera Salud (o sus abogados, que también son muy importantes en esta crónica) advirtió de que al ser socio minoritario tenía derecho a esas participaciones, al botín del amigo alemán, a través del «derecho de tanteo». La Generalitat entonces, cuando tan interesada estaba por ese botín, le dijo a los abogados que no, que Ribera Salud no tenía ese derecho. Pero aquello solo fue el primer asalto para torpedear este proceso de reversión. Han venido más.

Ahora que en cambio la Generalitat ya no tiene ese interés, Ribera Salud y sus letrados han puesto en marcha el segundo abordaje: y han firmado un acuerdo privado con DKV por la que se queda esas acciones, no se sabe por cuánto dinero, y pasan así a controlar el cien por cien de las participaciones del Hospital de Dénia. Lo ha anunciado a bombo y platillo. Hasta Marina Salud le ha comunicado a sus trabajadores que el acuerdo era oficial y que sólo falta el visto bueno de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), considerado como un mero trámite.

Tal y como pueden apreciar en el siguiente anuncio, firmado por una de las altas directivas de Ribera Salud, lo dan por hecho a pesar de que ni siquiera le han comunicado su decisión a la Conselleria de Sanidad.

Casi mil palabras después, llegamos así al nudo gordiano del asunto: Ribera Salud y sus abogados creen tener razones de peso para quedarse con las mismas acciones que en su día constituyeron el mascarón de proa de la Generalitat del Botànic para lograr la reversión del Hospital de Dénia. Tal circunstancia certifica el fracaso de ese intento por lograr que la sanidad pública de la Marina Alta volviera a ser de verdad pública. Arruina todas esas esperanzas. Constituye todo un símbolo de que no habrá reversión al menos hasta 2024.

3. Una consellera a la defensiva

Todo eso hace que la Conselleria de Sanidad, que tantas cosas prometió para esta comarca durante los buenos tiempos, se encuentre ahora en una precaria estrategia defensiva: cuando ya habían pasado 48 largas horas de que se hiciera público el acuerdo DKV-Ribera Salud, y tras guardar un sorprendente silencio, la consellera de Sanidad, la socialista Ana Barceló, solo a preguntas de los periodistas, advirtió de que se opondrá a ese movimiento accionarial. Lo contrario, claro, habría sido un auténtico seísmo. Y ni Compromís ni Podemos lo habrían aceptado.

Barceló esgrime dos argumentos para decir que ese abordaje de Ribera Salud no es posible y que son los mismos que los sindicatos, mucho más rápidos y mucho más valientes, llevan diciendo desde el minuto uno: que por ley, una misma mercantil no puede concentrar más del 40% de las acciones de varias concesiones en territorio autonómico (y Ribera Salud, además de Dénia ya tiene el 100% del Hospital del Vinalopó); y que, también por ley, cualquier cambio que implique un trasvase de participaciones debería haber sido autorizado previamente por la conselleria.

Barceló y Puig, ante la plataforma en defensa de la reversión en Xàbia, antes de la pandemia.

Ahora bien, la gran prueba de que Barceló está a la defensiva es que se va a limitar a comunicarle esos dos argumentos a la CNMV para que lo sepa. ¿Qué hará la conselleria si al final el informe de Competencia sí autoriza la venta? Que la conselleria tendrá que ir a los tribunales. E irá por detrás en este asunto. Pero el caso es que Barceló tenía motivos para haber sido mucho más contundente: y que según el pliego de condiciones de Marina Salud, la compra de las acciones de DKV por parte de Ribera Salud bastaría para expedientar a la concesionaria y estudiar incluso la rescisión de su contrato, máxime cuando ambas mercantiles están violando una ley.

4. Ningún otro hospital dónde ir

Que Sanidad haya de autorizar operaciones de este calibre no es un simple un trámite: es porque la de la Marina Alta sigue siendo una sanidad pública aunque su gestión se encuentre privatizada; porque la ciudadanía de esta comarca no tiene ningún otro hospital adonde ir; y porque este tipo de acuerdos que se urden en cualquier despacho tienen efectos muy gruesos sobre la atención que se va a prestar a los pacientes y sobre las condiciones de los trabajadores.

Sin embargo, los abogados de Ribera Salud (y en este caso también los de DKV) consideran que esto no es así. Que lo que hacen con sus acciones no le importa a nadie más porque para eso son suyas; que todo esta atañe únicamente al ámbito de sus negocios privados. Por eso ambas empresas firmaron ese acuerdo -y lo hicieron público- sin consultar a nadie y menos a la administración que representa a la ciudadanía de la Marina Alta, que es la que paga con sus impuestos todo el sistema sanitario.

Esta es la gran perversión del modelo que en su día dejó implantado la Generalitat del PP: que algo que atañe a la vida de todas las ciudadanas y ciudadanos acaba dependiendo de los criterios de una gran multinacional como Centene Corporation sin que nadie más tenga voz y voto. Ese es precisamente el argumento jurídico de los abogados de Ribera Salud: arguyen que en un país de libre mercado como es este las acciones de las empresas competen a las empresas y a nadie más. Otra cosa es que también en los países de libre mercado las leyes han de cumplirse.

5. Las consecuencias del abordaje

Carlos Mazón, próximo candidato del PP a la Generalitat.

Ribera Salud bloquea así cualquier intento de reversión del Hospital de Dénia antes de 2024 porque puede esgrimir ese acuerdo para acudir a los tribunales y, aunque acabe perdiendo la causa (que está por ver), habrá paralizado el destino de esas acciones, que podrían haber sido públicas, durante meses e incluso años. Máxime vista ahora mismo la tibieza de la conselleria.

Pero es que además, en un futuro un poco más lejano, antes de que acabe la concesión de Marina Salud, en el primer semestre de 2023, habrá unas elecciones autonómicas. Y ahí pueden pasar dos cosas.

Primera: que las elecciones las vuelve a ganar la izquierda. Ribera Salud volverá a defender sus derechos en Dénia con uñas y dientes. Y que hablen los jueces.

Segunda: que las elecciones las gana el PP, el gran padre de la criatura de la sanidad privatizada. Esa es la gran esperanza de Ribera Salud. Porque entonces sabe que el PP sí le renovará la concesión y que podrá disfrutar de unos cuantos años más de una buena vida en Dénia.

Porque si PSPV, Compromís o Podemos tienen sus propios problemas, el PP también arrastra los suyos y son gruesos: considerar que se puede hacer negocio de todo, hasta de algo tan vinculado a la vida y la muerte como es la sanidad. Y hacerlo siempre de la mano de empresas o multinacionales bien concretas que pueden contarse con los dedos de una mano.

 

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